El latín y su historia

El latín es una lengua indoeuropea del grupo de las lenguas itálicas, hablada en Roma (Roma, también en latín), ciudad, todavía hasta hoy capital de Italia y en Lazio (región en la que se encuentra la ciudad) al menos desde los inicios del primer milenio a.C.

Esto quiere decir que el latín pertenece al amplio grupo de las lenguas “hermanas” (sánscrito, iraní, eslava, griega, itálica, etc.) que derivan de la familia lingüística conocida con el nombre de indoeuropeas. Con el termino indoeuropeo se entiende el conjunto de lenguas que presentan unos rasgos básicos comunes en los distintos niveles o sistemas de lenguaje: fonológico, léxico, morfológico, sintáctico. Estas coincidencias atestiguan un origen común para la mayor parte de las lenguas antiguas y modernas difusas en la mayor parte de Europa, del Irán, de la India y en algunas regiones de Asia central, hasta los confines de China occidental. La noción indoeuropeo deriva precisamente de la fusión de los nombres de las dos regiones extremas del área considerada, Europa e India.
El “protolatín” llega al norte de la península Itálica y velozmente llega a establecerse en el Lazio (Latium), donde en el siglo VIII a.C. (por tradición en el 753) fue fundada la ciudad de Roma, que rápidamente expande su poder en las regiones limítrofes y sucesivamente (con el paso de los siglos) en Europa y en el área mediterránea.

En la historia de la lengua latina se pueden individuar varias fases, que van de la más antigua (latín pre-literario y arcaico, hasta el 240 a. C., cuando inicia la literatura latina) hasta la más madura (latín literario y clásico, del siglo III a.C. al siglo I d.C.) y aquella ya declinante (latín imperial, del siglo I d.C. a la caída del imperio Romano de occidente en el siglo V d. C.), para terminar con la época de la transformación de la lengua, en forma progresivamente modificada, que pasa a través del latín post-clásico, al latín cristiano y al medieval.

Incluso en el periodo clásico el latín conoce dos variantes de registros expresivos, que pueden individuarse en una lengua de uso, llamada “latín vulgar”, utilizado en el hablar cotidiano, para nosotros prácticamente desconocido, se cuanta con uno que otro testimonio escrito; y el latín literario usado por los escritores latinos, considerablemente documentado por la amplia producción literaria de numerosos escritores de grande valor artístico y cultural.

La expansión política de los romanos incluyó la difusión de la lengua de uso cotidiano, aquella hablada normalmente, ya sea por los legionarios, es decir los soldados, y por la enorme estructura burocrática que seguía a las conquistas y por aquellos que se introducían en estas zonas por actividades mercantiles. Iniciaba por tanto a difundirse en el imperio una lengua romana hablada, lengua que los conquistados tenían que aprender para tener contacto con los conquistadores, y que poco a poco penetraba más o menos a fondo en las diversas áreas geográficas, teniendo consecuencias lingüísticas y culturales importantes en los siglos sucesivos.

El latín llega a ser, por lo tanto, importante como lengua oficial del imperio romano, usado como lengua franca en particular en la parte occidental del imperio. En la parte oriental, tal idioma se difunde entre el siglo I y IV en la península balcánica (particularmente en Dacia, al sur del río Danubio y en Macedonia del norte) y en algunas zonas de Asia. Todavía no logra desbancar la koiné diàlektos, es decir la lengua griega usada fuera de la península Helénica, como lengua de cultura y de uso en el mediterráneo oriental, ni siquiera en la Constantinopla, ciudad en la cual el latín se difunde más bien en la clase alta hasta el 450 aproximadamente y que se fue quedando siempre atrás respecto al griego que se vuelve, en el tercer decenio del siglo VII, en la lengua oficial del imperio Romano de Oriente, o Imperio Bizantino, que durará hasta el 1453, cuando caerá bajo la dominación Otomana.

Después de la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) y las constantes invasiones bárbaras (francos, godos, vándalos, etc.) aquellos que fueron el terror del imperio romano, en particular en el siglo VII y VIII, el latín sufre una progresiva degradación, pero permanece como la única lengua culta usada en toda Europa, que sucesivamente viene restablecida durante la restauración del imperio carolingio, deseada por Carlo Magno (entre el siglo VIII y el IX d.C.), que llamó a las mejores mentes de su tiempo para resanar una cultura que parecía precipitarse en el barbarismo.

En este periodo el latín de la literatura fue salvaguardado por la Iglesia, que de un lado salvó literalmente, particularmente en los monasterios, una gran parte del patrimonio literario antiguo, y por otro lado, adecuó la lengua latina a los propios fines litúrgicos y sacros, haciendo una lengua particular, universal y sacra al mismo tiempo, gracias también al enriquecimiento que provenía del griego y del hebreo.

Pero el latín viene usado por muchos siglos como única lengua escrita en el mundo que había sido Romano. En las cancelerías del rey, en la curia romana, en la liturgia de la Iglesia Católica, en la producción de libros, la única lengua era el latín; pero era un latín siempre más corrupto y siempre más influenciado por el idioma hablado. De hecho es un periodo difícil de establecer con precisión, entre el bajo imperio y el alto medieval, el latín vulgar comenzaba a diferenciarse dando origen primero al proto-romance y después a las primeras fases de las que son actualmente las lenguas románicas o neolatinas.

De hecho entre el año mil, mientras la lengua latina escrita, sigue un camino de recuperación de las formas regulares y de un renovado interés por los mejores escritos antiguos; el latín considerado “vulgar”, es decir hablado por el pueblo, se transformaba ya en las varias formas de lenguas nacionales habladas, de esto tenemos el primer testimonio en Francia e Italia, entre el siglo IX y el X d. C.

Son estas precisamente las llamadas lenguas romances, también denominadas románicas o neolatinas (italiano, francés, español, portugués y rumano, más otras lenguas locales como el ladino y el sardo) que derivan directamente del latín vulgar.

Después del año mil nacieron las universidades (la primera fue la de Boloña), y la enseñanza para las personas que llegaban de toda Europa, era rigurosamente en latín: un latín que ciertamente ya no podía decirse más, de los antiguos Romanos. Los doctos de la universidad elaboraron un latín particular, llamado escolástico, adapto para expresar conceptos abstractos y ricos en matices creados de la filosofía de la época, llamada precisamente escolástica.

El latín conoce un nuevo y feliz periodo, humanista-renaciente, esto es, a partir del Quattrocento en Italia para después difundirse durante el Cinquecento en otros países sobre todo de Europa Occidental, con un regreso al clasicismo, muy ideal y limitado al ámbito literario.

Por todas estas razones, palabras de origen latino se encuentran frecuentemente en muchos idiomas modernos de otras raíces sobretodo en el inglés, por el hecho que, después de la caída del Imperio romano de Occidente, por más de un milenio, el latín fue, en el mundo occidental, la lengua franca de la cultura, de la ciencia y de las relaciones internacionales y como tal influye en las lenguas locales. Después de la revolución francesa, a finales del Settecento, el latín viene desplazado de los idiomas vivos de la Europa de la época y del ámbito literario, de la diplomacia por el francés. Ésta por ser una lengua romance, continuó a promover palabras de origen latino en los otros idiomas hasta la mitad del Novecento, cuando se fue imponiendo gradualmente, en Europa y en el mundo, como lengua franca, el inglés, che a pesar de tener raíces germánicas presenta, como ya hemos dicho, sobre todo en el léxico, un gran número de términos de origen latino.

La Iglesia Católica mantiene siempre el latín en todas las practicas y celebraciones religiosas (excepto para la predicación y confesión personal), hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965).

Después del descubrimiento de América (1492) y sobre todo en las políticas coloniales de los estados europeos, algunas lenguas romances (francés, español y portugués) junto a los otros idiomas de Europa occidental, en los que la impronta latina era fuerte, entre ellos el inglés, se difundieron en gran parte del mundo.

La lengua latina se desarrollo gracias a la contribución de todas las lenguas de los pueblos en los cuales entró en contacto durante la época romana, en particular con los idiomas itálicos y con aquellos hablados en el Mediterráneo oriental (griego sobre todo). Actualmente los idiomas con mayor semejanza al latín son el sardo por la pronunciación, el italiano por el léxico. El rumano por la estructura gramatical.

El latín escolástico formalmente permanece la lengua de la Iglesia Católica romana, todavía hoy es el idioma oficial de la Santa Sede, aunque el estado de la ciudad del Vaticano usa como idioma común el italiano.

El latín es usado para designar los nombres de las clasificaciones científicas de los seres vivos.

La historia del latín es por lo tanto larga y variante con el tiempo. Por esto existen en todo el mundo una gran cantidad de textos escrito en latín de diferentes épocas y de argumentos muy diversos entre sí, son textos literarios, religiosos, históricos, Filosóficos, teológicos, jurídicos, científicos, etc. Se calcula que la mayor parte de los documentos (libros, manuscritos, epígrafes, etc.) escritos en lengua latina no se remontan al periodo clásico, cuyo patrimonio de textos suman cerca de 600 unidades, dado que muchos se perdieron ya sea en los periodos sucesivos entre el Medioevo y la edad moderna. Estudios recientes han revelado la existencia de un patrimonio literario que cuenta con más de 18000 textos verificados, la mayor parte de ellos, todavía hoy, inéditos.

El latín es hoy materia de estudio obligatoria en Italia en los liceos clásicos, científicos, lingüísticos y psicopedagógicos, mientras que en muchos otros países es un idioma facultativo. El latín es todavía idioma oficial de la Santa Sede, aunque el estado Vaticano utiliza como idioma común el italiano reservando el latín para documentos oficiales.