¿Cuál es el día del Señor, sábado o domingo?

-Por qué los cristianos (es decir, los católicos) dedican el domingo específicamente a Dios, en vez del sábado

-Refutando a los adventistas del Séptimo Día y a los bautistas del Séptimo Día usando la Biblia

 

Éxodo 20, 8-11: “Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo”.

 

En Éxodo 20, encontramos el mandamiento de consagrar el sábado. En el Antiguo Testamento, sábado significaba “reposo” o “cesación” en el séptimo día de la semana judía – el sábado. Un número considerable de protestantes argumentan que las personas aún están obligadas por el mandamiento de dedicar el sábado para Dios. Ellos creen que los católicos quiebran este mandamiento mediante el reconocimiento – de conformidad con la Tradición de la Iglesia y la enseñanza del Nuevo Testamento – de que las prerrogativas del sábado se han transferido al domingo en la Nueva Alianza. Las siguientes consideraciones deben mostrar a cualquier persona sincera el por qué los adventistas del Séptimo Día y los bautistas del Séptimo Día están equivocados. Dios mismo, a través de la Iglesia que Él instituyó, transfirió las prerrogativas del sábado para el domingo, en honor del día en que Jesús resucitó.

 

EL MANDAMIENTO DE CONSAGRAR EL SÁBADO ES DISTINTO EN SU NATURALEZA DE LOS DEMÁS MANDAMIENTOS.

 

De todos los diez mandamientos, el de santificar el sábado es distinto en su naturaleza a los demás. Este es un punto muy importante. Es diferente porque es el único de los diez mandamientos que se refiere a lo ceremonial, no a la ley natural. Por ejemplo, el hombre sabe en su corazón que él no debe asesinar, que no debe robar, etc. Pero la misma ley natural no le enseña que él debe adorar a Dios en un día en particular, en vez de otro día. Eso debe venir de la revelación externa y el precepto externo.

De hecho, el santificar el sábado o el séptimo día no comenzó hasta después del Éxodo. No se hizo antes ni desde el principio. Ello forma parte de la ceremonia, no de la ley natural. Puesto que es un mandamiento de la ley ceremonial, y no de la ley natural, Dios puede cambiar el día en el cual Él será honrado específicamente. Por supuesto, los protestantes que sostienen que la ley del sábado santo aún permanece vigente, no siguen los demás aspectos de la ley ceremonial del Antiguo Testamento. Ellos no consideran que sea obligatorio la circuncisión o los sacrificios rituales, pero sí observan la ley del sábado ceremonial. Esto no es ni bíblico ni lógico.

Así como la circuncisión, los sacrificios rituales, y otras partes de la ley ceremonial han terminado con la venida de Cristo, de la misma manera se acabó la obligación de realizar una ceremonia para Dios en sábado. Dios y su Iglesia han sustituido el deber de honrarlo ahora específicamente en el domingo.

 

LOS APÓSTOLES Y LA IGLESIA PRIMITIVA CELEBRABAN EL DOMINGO, NO EL SÁBADO

Los Apóstoles claramente consagraban el domingo y no el sábado. Leemos que se reunían para la Eucaristía, para partir el pan, en el primer día de la semana – el domingo – que es día de la Resurrección del Señor.

 

Hechos 20, 7: “Y el primer día de la semana, reuniéndose los discípulos para partir el pan, Pablo les predicaba; y habiendo de partir al día siguiente, alargó su discurso hasta la media noche”.

 

Vemos que los cristianos se reunían para dar culto los domingos. Este día fue consagrado por los Apóstoles.

 

1 Corintios 16, 1-2: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, atesorándolo, conforme Dios le haya prosperado; para que cuando yo llegue, no se recojan entonces ofrendas”.

 

A continuación un versículo muy importante.

 

Colosenses 2, 16-17: Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o respecto a días de fiesta o de luna nueva, o de sábados; que son la sombra de lo por venir; mas el cuerpo es de Cristo”.

 

Aquí vemos a San Pablo enseñar específicamente que las leyes de fiestas y ceremonias (¡incluyendo la observancia del sábado!) pertenecen al período del Antiguo Testamento y que ya no son obligatorias después de la venida de Cristo. ¿Qué tan claro tiene que ser?

 

DIOS LE DIO A LA IGLESIA LA AUTORIDAD PARA TRANSFERIR EL SÁBADO AL DOMINGO EN HONOR DE SU RESURRECCIÓN

 

Mateo 16, 18-19: “Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo”.

 

Mateo 18, 17-18: “Y si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia, y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo: Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.

 

Es por eso que los primeros cristianos se reunían el domingo (el día del Señor) para celebrar la Eucaristía. Los padres más antiguos como San Ignacio de Antioquía, escribiendo alrededor de 110 d.C., reconoció que el domingo era el día del Señor, no el sábado.

 

San Ignacio de Antioquía, carta o epístola a los magnesianos, no. 9, 110 d.C.: “Así pues, si los que habían andado en prácticas antiguas alcanzaron una nueva esperanza, sin observar ya los sábados, sino moldeando sus vidas según el día del Señor, en el cual nuestra vida ha brotado por medio de Él y por medio de su muerte que algunos niegan —un misterio por el cual nosotros obtuvimos la fe, y por esta causa resistimos…”.

 

Esta es una clarísima prueba de que los adventistas del Séptimo Día y los bautistas del Séptimo Día están siguiendo una perversión de la Escritura, inventada por hombres, cuyo error era totalmente ajeno no sólo a los Apóstoles, sino a los cristianos primitivos. Se podrían citar muchos otros padres.

 

HAY MÁS: El DÍA DE REPOSO DE DIOS ESTÁ CONECTADO CON SU CREACIÓN;
ÉL REPOSÓ DESPUÉS QUE SU OBRA DE LA CREACIÓN HABÍA TERMINADO

LA RESURRECCIÓN SIGNIFICA LA FINALIZACIÓN DE LA NUEVA CREACIÓN,
POR LO QUE ELLO MARCA SU NUEVO DÍA DE REPOSO

 

Génesis 2, 1-2: “Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho”.

 

Leemos que el reposo de Dios está conectado con la finalización de su trabajo. Dios terminó su obra, y luego reposó en el séptimo día. Pero toda la creación fue corrompida por el pecado de Adán. Es por eso que en Romanos 8 se enseña que toda la creación esperaba la Redención de Cristo. Su redención repararía la creación dañada.

 

Romanos 8, 22-23: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y está en dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo”.

 

La redención de Cristo es, por lo tanto, una nueva creación. Por eso leemos:

 

2 Corintios 5, 17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

 

Hebreos 9, 11-12: “Mas estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación; y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una sola vez en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.

 

La nueva obra de Cristo en la creación, es decir, la reparación de la creación que fue destruida por Adán, se realizó en la cruz y culminó con su Resurrección. No es de extrañar que Jesús fuese identificado sutilmente con el jardinero, pues, cuando María Magdalena vio al Señor resucitado en el día de su Resurrección, lo confundió con el jardinero. Este verdadero acontecimiento también tenía por objetivo indicarnos que Jesús estaba en el nuevo jardín – el restaurado Jardín del Edén (el paraíso) que previamente había sido perdido por el pecado de Adán.

 

Juan 20, 15: “Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que él era el jardinero, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”.

Génesis 2, 8: “Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado”.

 

La redención y resurrección de Jesús restauraron el paraíso y repararon el jardín que había sido dañado, porque Él es el nuevo Adán mayor.

 

1 Corintios 15, 45: “Y así está escrito: El primer hombre Adán fue hecho un alma viviente; el postrer Adán [Cristo], un espíritu vivificante”.

Romanos 5, 14: “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán; el cual es figura [tipo] del que había de venir [Jesús]”.

 

Romanos 5, 19: “Porque como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos”.

Por lo tanto, tiene sentido perfecto que el día del Señor (el domingo, el día de su Resurrección) – que marcó el final de su nuevo trabajo de la creación – se convirtiera en el nuevo día de reposo.

 

 

Fuente: http://www.vaticanocatolico.com

 

 

 

 

 

 

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